Juan
y su hermano Antonio
Os
voy a contar un cuento sobre un niño llamado Juan y su hermano
llamado Antonio. Nacieron a la vez, era unos gemelos tan iguales que
nadie los podía distinguir.
Siempre
estaban juntos, eran felices y sus padre también. Un día, sus
padre, se dieron cuenta de que Antonio, muchas veces, no les hacia
caso, no es que desobedeciera, es que los ignoraba.
Los
padres de Antonio se preocuparon y le llevaron al médico. Los médico
les dijo a los padres que Antonio nació sordo y minusválido. Y le
llevaron a un centro especial, donde había personas con ese tipo de
problemas. Antonio se quedó mucho tiempo allí. Aunque llegaran las
vacaciones Antonio debía seguir allí, su hermano iba muchas veces a
pasar el rato con él. Antonio se quedaba solo en el centro durante
la semana, Juan tenía que ir a su colegio, y sus padres tenían que
ir a trabajar. Antonio lo pasaba muy mal, porque veía a familiares
que visitaban a otras personas del centro, y a él no le visitaban
mucho.
También
se aburría porque en el centro no había nada divertido sólo había
una ventana donde podías ver lo que pasaba, por ejemplo: si llovía
o no, si nacían pájaros... Antonio no tenía a nadie con quien
jugar, ni charlar... Aunque algunas veces las enfermeras jugaban con
el a las cartas.
Una
semana después transladaron a un niño que parecía tener la misma
edad que Antonio y el se alegro, porque tenía a alguien con quien
charla. El niño se llamaba Miguel y tenía 10 años y no tenía
padres porque murieron en un accidente. Él también era minusválido
como Antonio. A Miguel le cuidaba su abuelo. Él era de un pueblo al
norte de Córdoba. Poco tiempo después Antonio y Miguel se hicieron
amigos.
Antonio
le contó a su hermano Juan que había encontrado un amigo en el
centro. Cada día que pasaba Miguel y Antonio se iban haciendo más
amigos. Jugaban al parchís o al ajedrez… Pero un día a Miguel le
dieron el alta y Antonio se puso muy triste, porque su único amigo
se marchó.
Poco
tiempo después a Antonio también le dieron el alta. El tenía
muchas ganas de ir al colegio, a aprender y hacer nuevos amigos. Le
pusieron una sillita de ruedas, lo malo es que no podía hacer
educación física y otras cosas. También los niños jugaban de vez
en cuando con él en el recreo, pero la mayoría de veces los niños
jugaban al fútbol o al baloncesto mientras que Antonio se quedaba
solo. Él se ponía muy triste, porque al ir en sillita de ruedas
nadie quería estar con él.
Un
día llegó una niña nueva. Como ella no tenía amigos y veía que
Antonio se quedaba solo en el recreo, decidió jugar con él. Ella
se llamaba Sonia y tenían la misma edad. A Sonia no le importaba que
estuviera en sillita de ruedas, al revés, le enseñó a Antonio que
podía ser muy divertida. A ella le encantaba conducir la sillita y
jugar a las carreras imaginando que Antonio era un piloto de formula
uno, él se lo pasaba muy bien con Sonia. Se hicieron grandes amigos,
aunque nunca olvidó a Miguel.
Fin